Holocausto caníbal de Ruggero Deodato
- Diego Maenza
- 10 feb 2022
- 2 Min. de lectura

¿Cómo puntuar un clásico sin sentir miedo por calificarlo? Pues tratando de ser lo más objetivo posible. Al igual que películas como El proyecto de la bruja de Blair de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, o Tesis de Alejandro Amenábar, Holocausto caníbal acude al recurso del metraje encontrado, y acopla una trama que confluye de manera perfecta, encajando cada uno de sus engranajes en un mecanismo sin fallos. La banda sonora, a cargo del experimentado y galardonado Riz Ortolani, resulta de una belleza inusual, y su tema principal estiliza el material violento del film, le otorga otra textura y compagina adecuadamente la sinestesia de manera que se equilibra nuestra repulsión con el goce estético. Alabo la construcción de la historia, la disposición de sus elementos, la presentación rítmica de sus escenas, que son ensambladas sin que se pierda por ningún momento la atención que ha generado desde el comienzo. Identifico dos factores que la desgastan solo un poco: los elementos de terror y ciertas conductas de los personajes. Holocausto caníbal no encaja en ninguno de mis parámetros en cuanto a terror, horror o angustia. Con imágenes de mutilaciones muy simuladas, violaciones, abortos inducidos, masacres, y otro tipo de evisceraciones tanto humanas como animales, sin permitirse el uso de efectos especiales, considero que su espíritu se encuentra encaminado hacia la repulsión, y pretendo llenar la casilla con esta cualidad. No obstante, advierto que aun así, alcanza un cincuenta por ciento de su potencial de afectación, al enforcarse en otros aspectos subyacentes y que de largo me resultan más interesantes que el abordaje explícito que pretende desarrollar, y que por suerte no lo consigue de lleno. El otro punto que no puedo exonerar, es la elaboración de personajes en apariencia acoplados a un estándar civilizatorio y que de un momento a otro se encuentran tan obsesionados con la violencia y el infligir castigo sin razón. No obstante, debo permitirme el beneficio de la duda y admitir que en aquel forcejeo ficcional de construcción psicológica, las acciones, pasiones, obsesiones y motivaciones de los desdichados protagonistas, permiten plantear premisas en cuanto a la naturaleza humana. ¿Quiénes son los incivilizados, aquellos seres presentes en un estado casi homínido alejados de todo concepto de avance social, o el “hombre blanco” que llega a destruirlo todo con enconado sadismo? Se enarbola aquí la consigna de que la llamada “civilización” es la que se encuentra plagada por bárbaros que atentan de manera permanente contra la pureza natural y del hombre. Holocausto caníbal se yergue de esta forma como una crítica despiadada a la civilización contemporánea y a la falsa idea de progreso civilizatorio. Lo más probable es que aquella frase primordial de la película sea demasiado cierta, y que constatemos que en esta sociedad del sálvese quien pueda absolutamente “todos somos caníbales”.

Comments