El aprendizaje de los monstruos
- Diego Maenza
- 28 dic 2018
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 3 ene 2019

El teatro de los monstruos de Viviana Cordero es una novela que cautiva, que testimonia y que golpea. Historias de amor que se entrecruzan, sórdidas confesiones que despiertan nuestro asombro y un trasfondo histórico que se despliega al tenor de drogas, sexo, el roce con la cultura punk y la migración.
En el libro resalta el equilibrio de la forma, y una estética cuidadosa que alterna las voces narrativas al más puro estilo de Faulkner.
Se trata de un bildungsroman en donde las psicologías son construidas con mesura y plausibilidad. Los personajes son sólidos, ninguno opaca al otro en esta novela coral, porque cada uno de ellos puede superar al próximo en cuanto a desdichas y a tocar fondo. Más que de trama o de estilo, El teatro de los monstruos es una novela de personajes.
La muerte del aventurero Raúl y el hallazgo de un manuscrito son el punto de partida para que Milena escarbe sin piedad en la historia y sentimientos que tuvieron los implicados con el ahora fallecido amigo. Milena pide que aporten de forma escrita sus testimonios de esta etapa.
Milena ha sido la más práctica del grupo, pero luego de descubrir el manuscrito dejado por Raúl se ha conmovido y ha dado un salto de fe y comienza a rastrear su lado sensible.
Electra es la más atormentada, no solo por haberse unido a un hombre que no la sabe valorar sino porque su amor secreto hacia Raúl la ha dejado más insatisfecha con la vida.
El deforme Sinatra, que nació con un lado paralizado y con los órganos internos permutados, afronta la vida con la misma ferocidad que conserva para reírse de sus propios defectos.
Quizá sea en Raúl donde circunda con mayor empeño la historia. Hombre arrogante y con vigor, Raúl es el prototipo de joven aventurero que explora mundo y seduce mujeres a su paso.
Todos se desplazan por Ecuador, país del que en determinado momento terminarán emigrando pero al que volverán como víctimas de una maldición.
Las cuatro voces irán marcando la pauta para conocer una historia que se cierra con un final que conmueve y apresa.
Un libro de personajes, con un estilo mesurado y preciso, que no recurre a los excesos del preciosismo ni a la simpleza de lo escueto.
El teatro de los monstruos no es una novela para edificar ni para construir el espíritu, es una literatura que sirve para poner en evidencia nuestro lado cruel y doliente, nuestra faceta rencorosa y atormentada. Es una novela de aprendizaje, pero al revés, donde sus protagonistas se padecen a sí mismos, tan real como la vida, como nosotros, como esos monstruos desenmascarados.
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