- Diego Maenza
- 23 ago 2019
- 4 Min. de lectura
Yaiza Méndez (Las Palmas de Gran Canaria, 1982) es una escritora que trabaja sobre el género noir. Con varias novelas publicadas, en la actualidad se encuentra explorando otros registros. Su más reciente novela es El carnicero, una historia cargada de pasiones y de cruces argumentales. Contacté a la autora para que me concediera una entrevista. Este es el resultado.

El carnicero es una novela que habla de venganzas, pero que también explora otras pasiones humanas. ¿Cómo fue concebido El carnicero, cuál fue su origen, de dónde nació la idea para su escritura y cómo fue su proceso hasta que estuvo culminada?
Desde niña siempre me ha llamado la atención todo lo relacionado con el crimen, los asesinatos… y El carnicero es buen ejemplo de ello. La novela es la continuación de mi opera prima El cuerpo perfecto. Un asesino en serie, que viola y tortura a sus víctimas, con una única obsesión: crear su obra. Durante toda la historia tuve momentos de pesadillas, momentos de tristezas, e incluso de euforia, cuando plasmaba los pensamientos que salían de mi cabeza y los trasportaba a las líneas.
¿Si bien El carnicero es una obra que trabaja sobre la violencia contemporánea, de qué manera su escritura trata las temáticas que subyacen en las páginas del libro, como el amor familiar y otro tipo de convivencias?
Al escribir El carnicero, tenía algo muy claro, quería que el protagonista no solo sintiera miedo, dolor, rabia… también quería que sintiera amor. Que en algún momento recordara el amor de su familia, que sintiera y transmitiera ese sentimiento al lector. Creo que lo conseguí. No solo se trata de que el lector sienta angustia, o que se paralice ante algunas escenas de terror, sino que también se compadezca del sufrimiento del protagonista que, como cualquier persona real, sufre y ama.
El carnicero ha sido publicado por Ediciones Alfeizar, que también ha publicado recientemente un cuentario de mi autoría (Identidades). ¿Qué tan importante es que una editorial apueste por la literatura de los autores nóveles o con una carrera en formación? ¿Cómo ha sido tu experiencia con Alféizar?
Cualquier escritor desea con ansias que su obra sea publicada y leída por miles de lectores. Que hoy en día las editoriales se lancen a publicar a un novel es sin duda uno de los pasos más importantes que la industria editorial está dando en los últimos años. Alféizar es una de las pocas editoriales que se lanzan a por este reto, publicar a autores desconocidos, cosa que, a muchos, como en mi caso en su momento, les viene genial. Es una editorial que cumple con lo que dice, cuida de sus autores, los mima, está pendiente de ellos y les mueve la obra para que se conozca. Sin duda, recomendaría a cualquier autor novel o no, que quiera que su obra sea bien tratada, que apueste por Alféizar.

El carnicero se decanta por el género noir, ¿a qué responde esta necesidad de trabajar en este registro y no en otro?
Es una de las preguntas que me ha acompañado en toda mi carrera de escritora. La verdad es que me apasiona este género desde niña. Me declaro fan de Stephen King, Mary Higgins, Agatha Christie entre otros… pero el escritor que más me ha marcado sin duda ha sido Stephen King. En él me inspiro para crear mis locuras. Me apasiona hacer que el lector pase miedo, que se intrigue con lo que lee, o que tenga pesadillas. Si consigo que tan solo un lector sienta eso, me doy por satisfecha.
¿Cómo es el lector español y cómo se está desarrollando el panorama editorial en España?
Hoy en día y con las nuevas tecnologías en nuestras vidas, es muy raro ver a alguien por la calle leyendo un libro, y cuando lo ves, a veces hasta piensas ¿qué raro, no? Pero es la realidad de estos tiempos. Se mira más un móvil que un libro, y es realmente una pena que se pierda esa tradición de tener un buen libro en las manos. Por otro lado, las editoriales han aumentado, y por tanto las exigencias para publicar también.
¿Cómo es tu visión de la literatura de Latinoamérica?
Creo que Latinoamérica tiene escritores ya clásicos de alto renombre como Isabel Allende, e incluso Gabriel García Márquez que, con su esfuerzo y tenacidad han demostrado que seas de donde seas, y vivas dónde vivas, si tu sueño es ser escritor, puedes conseguirlo.
Algún escritor contemporáneo que recomiendas.
Sin duda Arturo Pérez Reverte
Un autor clásico que te haya impactado recientemente.
Agatha Christie. Me apasiona esta mujer, soy amante de sus obras, y destaco entre ellas Los siete pecados capitales, una recopilación de relatos de la inagotable dama del crimen trabajados en función de los sietes grandes males que nos llevan al mismo infierno. Ella hace que ames este género.
¿En qué proyectos de escritura te encuentras trabajando?
Ahora mismo, después de cuatro libros publicados en género negro, sigo en la misma línea. Estoy metida en una novela con tintes paranormales. Un género que me apasiona más, si cabe decirlo. Estoy metida en una historia sobre espíritus y demonios, una lucha sobre el bien y el mal. Algo que siempre me ha gustado investigar.
- Diego Maenza
- 13 ago 2019
- 2 Min. de lectura
Un hospital con tecnología moderna ha sido levantado en lo que antiguamente constituyó un lavadero blanqueador de prendas. El vapor que se desprendía del proceso había envuelto los alrededores en un ambiente de misterio. Sobre estos escombros se construyó el moderno edificio. Lo llamaron El Reino. Los mejores doctores trabajan en este respetado espacio, donde aparentemente no existe lugar para las supersticiones. Pero una presencia no material está por emerger. Desde los pasillos interiores de El Reino, una entidad acecha y provocará los cruces de historias que desembocarán en intensos dramas y en incidentes de horror.


Estoy hablando de Riget el serial televisivo de los noventa de Lars von Trier, donde caben personajes que destilan rareza, caracterizados por su humanidad al desnudo. Un reputado doctor recién transferido desde otra nación que intenta adaptarse a través de la envidia y el temor luego de haber errado en una intervención quirúrgica al dejar a su joven paciente en estado vegetativo. Un patólogo ególatra que experimenta con su propio cuerpo al permitir que crezca a extremos insospechados su cáncer de hígado. Una enfermera que quedó embarazada de una entidad sobrenatural, y que atiende con amor a su hijo deforme que empieza a crecer aceleradamente con una desproporción grotesca. Una pareja de jóvenes, hombre y mujer, con Síndrome de Down encargados de la limpieza de la cocina que dialogan proféticamente sobre los sucesos que están acaeciendo en el hospital.

El componente gore, los fenómenos sobrenaturales y el apelar a ciertas consignas espiritistas para tejer la trama (como la hechicería centroamericana, o la presencia de fantasmas y demonios muy humanizados) transforman a El Reino en una propuesta llamativa. Pero también el amor enfermizo, los celos, el odio, la envidia, parecieran ser las constantes en esta inusual miniserie.
Narrada con cámara en mano, con cortes inesperados y en una tonalidad sepia, al más puro estilo Dogma, cada episodio empieza con una presentación de El Reino como un lugar de leyendas y culmina con un comentario enigmático, entre poético e irónico, del propio Lars von Trier (corbatín incluido) en torno a la trama de cada capítulo.

Lo insólito y lo grotesco aunado a un drama profundo aunque por ratos hilarante, hacen de El Reino una serie pionera y de la que sin lugar a dudas provienen gran parte de los seriales contemporáneos de ficción.
- Diego Maenza
- 4 jul 2019
- 2 Min. de lectura
Golpeados por los designios de la fatalidad urbana y de la rutinaria marcha del tiempo de la ciudad al pulso de las drogas, prostitución y enajenamiento, los personajes de Infarto, la audioserie del mexicano Edson Lechuga, padecen las historias crudas e intensas que desembocarán en un final de tragedia. Los estratos más bajos de la ciudad conviven en la cotidianeidad de Ecatepec, un municipio del noreste mexicano. Allí se dan cita estos desventurados que a pesar de tolerar el peso de unas vidas de miseria, se permiten el lujo de intentar ser felices aunque sea por un momento. Y de soñar. También de soñar.

Con una narración colorida y de marcado pulso poético, Lechuga nos transporta en un minibús en el que desfilan personajes pintorescos en situaciones hilarantes, pero la comicidad no es el atributo fácil del que se valga el narrador, sino la ironía negra y amarga que sazona situaciones hostiles en una mezcla precisa entre lo sublime del arte narrativo y lo hórrido y tangible de sus vidas. Los personajes no son dóciles y están exentos de sutilezas.
Sobresalen Beltrán, un guardia de seguridad envalentonado por las circunstancias, y Artemisa que se debate entre su enamoramiento hacia Andrea y el descubrirse ante su madre, con quien se querella en un enfrentamiento íntimo.
Si los personajes son estrambóticos, no hay que sorprendernos de las situaciones de sus vidas. Así, de uno de ellos, se recuerda con desparpajo un momento de incontinencia erótica ante unas testigos de Jehová, a quienes mira con morbo mientras le predican la palabra, o cuando la Cacharpo confunde los nombres de sus varias hijas, a quienes deja en encargo con su madre resignada.
Todos convergerán en el minibús que estallará dentro de cada uno de ellos.
La historia de un linchamiento será el punto de fuga que matice sus dramas, donde una horda ataca de manera salvaje a un presunto ladrón, y obligan al masacrado a padecer un vía crucis hacia su propia crucifixión, narrado con la misma crudeza con que la muchedumbre se ensaña con el desafortunado.
Aplaudo el uso desbordante de lo coloquial como estandarización de una estética que transita impoluta por todos los episodios; el uso de la figura retórica de repetición, manejada con habilidad y diseminada en cada inicio de capítulo a manera de una particular introducción. Destaco la presencia de una ironía fina y sostenida.

La narración de Rojo Córdova no solo es intensa sino de una claridad poética, sobre todo cuando su voz enfatiza las groserías. La avalancha de expresiones coloquiales funciona como el catalizador de una narración llena de cadencia. La fluidez no se desperdicia en su afán intimista.
Edson Lechuga con Infarto ha realizado una exploración brutal de la fauna urbana del México de hoy. Un realismo sucio estilizado por las pinceladas del buen narrar.